EDITORIAL

Cuando comenzó el actual gobierno michoacano, Silvano Aureoles Conejo gozaba de uno de los índices de aceptación más altos del país, incluso se perfiló como un precandidato a la presidencia de la república. Hoy en día, el gobernador parece temblar tras un conflicto con la federación y la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE).

El origen del optimismo ante el gobierno de Silvano Aureoles, tuvo su origen en la desastrosa administración anterior. Las malas decisiones de ese entonces, provocaron una reacción en cadena que culminó con la victoria del mandatario perredista.

La racha de aceptación del gobernador  Aureoles Conejo no fue corta, hasta finales de 2016, se mantuvo con un índice de aceptación de más del 50%, como reveló en su momento la casa encuestadora Mitofsky. Sin embargo, a partir de ese momento, la imagen del mandatario michoacano comenzó a deteriorarse, en parte por sus acciones gubernamentales y en parte por su confrontación directa y constante con el nuevo gobierno federal.

Hoy en día, la popularidad del mandatario ha decaído tanto, que incluso la plataforma ciudadana change.org ha recibido casi 50 mil firmas (hasta el cierre de esta edición, sumaban 48 mil) que aclaman una auditoria y la renuncia del oriundo de Zitácuaro.

La última mitad del mandato de Aureoles Conejo, será clave para marcar su la continuidad de su figura en la política de México; por ahora, solo nos queda esperar a que el tiempo nos diga si se actuó de manera correcta o no.

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