Las señales de una turbulencia económica incrementan cada día más. El constante conflicto con nuestro vecino del norte, los drásticos cambios a la organización publica federal y el enmarañado escenario global, son solo algunas de las circunstancian que tambalean la desequilibrada vida de los mexicanos.
Quizá la primer gran señal de la enfermedad financiera mexicana, se dio a mediados del mes de junio, cuando el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) reportó una caída de más del 90% respecto a mayo del año pasado. En su momento, las autoridades federales desestimaron estas cifras y aseguraron que se trataba de un mal cálculo.
Sin embargo, hoy, especialistas de los principales institutos educativos del país arrojan otra señal alarmante para el crecimiento de México. Expertos tanto del Instituto Tecnológico de México (ITAM), como de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) e incluso del Tecnológico de Monterrey, han coincidido en que las dificultades económicas que enfrentará el país podrían llevarlo a una recesión.
Hasta ahora, ningún escenario se encuentra descartado. Las condiciones para que el crecimiento del país continúe siguen vigentes y podría evitarse (si se toman las medidas adecuadas) la crisis económica que tanto ronda la nación.
Esperemos que nuestras autoridades, por el bien del futuro mexicano, se alejen de las decisiones absolutistas y populacheras, ya que lejos de contribuir a un crecimiento formal y equilibrado de México, solo abonan a perpetuar el paternalismo gubernamental que tanto ha dañado a la población en general.
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